miércoles, 8 de septiembre de 2010

El QUÉ y los PARA QUÉ del Deporte. Estructura funcional de los Deportes.

Universidad Nacional de Córdoba
Secretaría de Extensión Universitaria

Segundo Curso Anual para el Abordaje Multiprofesional de la
Actividad Física y el Alto Rendimiento Deportivo


Módulo: Estructura Funcional y Lógica Interna de los Deportes
Docente a cargo: Lic. ANTONIO GARCÍA
16-
04-04



Aproximaciones al Análisis de la
Estructura Funcional de los Deportes




Lic. Antonio García




Versión original, publicada como preliminar, sujeta a correcciones y ampliación.


En esta oportunidad, para el Blog, el contenido conceptual es acompañado con fotografías de Deporte Escolar, tomadas en clases de E.F. de las escuelas "Misiones" y "Primera Junta", de la ciudad de Córdoba (Argentina) donde el autor se desempañaba como docente. Año 1986.






I. El QUÉ del Deporte

En un concepto amplio, “Son aquellas manifestaciones de la cultura corporal que ponen al hombre en situación de juego –consigo mismo, con sus pares, con el medio natural, con dimensiones a priori como espacio y tiempo, con objetos, etc.– o de simple contacto y fruición con el entorno.” (GARCÍA, 1999).
En un concepto restricto, limitado al ideal olímpico y a las organizaciones que promueven y difunden al Deporte como institución social, “Es un juego reglado de alto nivel de complejidad, con reglas preestablecidas y aceptadas internacionalmente; posee, según el tipo (de situación o no, individual o de conjunto, etc.) acciones tácticas y técnicas que le son propias, siendo uno de sus componentes principales la agonística.” (GARCÍA, 1991: 19, 20).
“En el último concepto –que abordaremos especialmente por corresponderse con el eje de este Curso– se rescata fundamentalmente su carácter de juego reglado, cuyas características particulares estarían dadas por la estabilidad de sus reglas y por la agonística o competencia, que no se puede dejar de lado pues ello significaría desnaturalizarlo. La agonística es una tendencia natural de la especie humana, de orden antropológico; en este caso cabría señalar que el temor que a veces despierta la competencia en el terreno educativo no debería estar centrado en la competencia en sí, sino en los modos de organizar o de arribar a la misma (el problema es el cómo). De todos modos, si hablamos de agonística, lucha o competencia, es tranquilizador saber que, dentro de la estructura funcional del deporte, aparece el elemento regulador de aquella, o sea el reglamento o conjunto de leyes construidas a fin de garantizar el juego limpio; la regla en sí es buena y cumple su función, lo que puede ser malo es el modo de arribar a la regla, o sea el modo de aplicarla (una vez más el problema está en el cómo) 1.”

“El término Deporte es polisémico dado que es definido y analizado desde distintas perspectivas y con múltiples interpretaciones. Para ello, en nuestro caso vamos a considerar como deporte a un determinado tipo de actividades físicas que presentan los rasgos diferenciadores contenidos en la definición siguiente: “situación motriz de carácter lúdico, competitivo, reglada e institucionalizada”.
Con la definición dada para que una actividad física sea considerada como deporte, aquella debe darse en una situación motriz contextualizada en la que el movimiento con significación práxica sea parte pertinente de la misma, tenga un determinado carácter lúdico, sea competitiva o de desarrolle en forma de competición, posea un reglamento propio y esté regida por una institución social reconocida.” (HERNÁNDEZ MORENO, 1995: 289).





1. GARCÍA, Antonio. Enfoque realizado desde la asignatura “Teoría de la Educación Física” del Instituto del Profesorado en Educación Física de Córdoba. 1990 a 2002.


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II. Los PARA QUÉ del Deporte


El siguiente texto ha sido extraído de:
GARCÍA y PECILE. “El Deporte como reproductor o transformador del sistema social”. Revistas Stádium Nº 177 y Nº 178. Ed. Stádium, Bs. As., 2001.


Un párrafo aparte merecen los “para qué” del Deporte, o sea la finalidad con que su práctica es promovida y realizada. Aquí no siempre coinciden las intenciones de quienes lo promueven y quienes lo practican. Es más, podríamos preguntarnos desde una sociología del Deporte: ¿qué implica ser deportista?..., ¿qué significa participar de un deporte o practicar un deporte?.
Abordar con claridad esta cuestión resulta de importancia a la hora de identificar y analizar al Deporte como producto cultural, entendiendo que resulta impropio pretender hablar del Qué o de su estructura, cuando en realidad se parte de los Para Qué o intencionalidades de su práctica.
“Hay un deporte espectáculo, un deporte competición, un deporte juego, un deporte profesión, un deporte salud, etc. En algunas formas de practicar el deporte coinciden varias modalidades. Pero no siempre se dan todas ellas. Cuando un futbolista de 1ª división juega un partido de fin de semana siguiendo el calendario establecido, practica un deporte profesión y participa a la vez de un deporte espectáculo. No se puede decir que él practica un deporte juego (...), el juego es para el público, no para el protagonista que actúa por obligación, se encuentre a gusto o a disgusto.
¿El hacer montañismo o alpinismo es lo mismo que aquello que practica el escolar que juega en la cancha de su colegio? ..., ¿o lo que realiza el octogenario que da su paseo deportivo diario? ..., ¿o lo que supone la participación en un espectáculo deportivo desde la tribuna de un estadio?. Todos “hacen deporte” o al menos “participan del deporte”. Pero ni como hábito personal, ni como actividad social, ni como situación humana, realizan todos una misma cosa. Deporte no es un término unívoco.” (CAGIGAL, 1975: 21).
El Deporte posee fuerza política. En el juego de las grandes propagandas nacionales el mismo aparece como un elemento popular, de fácil éxito masivo, sin barreras de lenguajes (...). Las victorias deportivas de una nación se han convertido en síntomas de su progreso como país. Los políticos lo han descubierto. El diálogo deportivo internacional es fuente de prestigio, pero como no se puede entablar un diálogo deportivo decoroso sin grandes campeones, surge la urgencia por cultivarlos; aparecen así las fábricas y cuadras de campeones, subvencionados, segregados a una vida artificial con todas sus consecuencias psicológicas y sociológicas. El campeonismo de nuestro tiempo está directamente alimentado por el poder político que se ha descubierto en el Deporte.
De la espectacularidad que el Deporte lleva consigo surgió su proclividad al profesionalismo. En la espectacularidad de la lucha deportiva, el mercantilista vio la oportunidad de enriquecerse. Dicha espectacularidad es inherente a esta manifestación de la cultura; el deportista con su praxis a cuestas, quiéralo o no, lleva un espectáculo en sí, aún en los accidentes o momentos desgraciados de su práctica. El espectáculo deportivo es pasivo para la mayoría de los participantes en él y así, el Deporte, suceso eminentemente espectacular, pasa a convertirse en una de las grandes distracciones de nuestra época; pero los protagonistas del Deporte realizado con esta intencionalidad no juegan propiamente, trabajan. 2



En este contexto es que vale reflexionar sobre el hecho de que se verifica una especie de confusión vulgar con respecto al concepto de deporte. El mismo está tan difundido en cuanto al espectáculo que depara, fruto del consumismo en que cae la sociedad actual, de modelo capitalista, que la gente común (la que no se aproxima a la problemática epistemológica o sociológica) entiende demasiado frecuentemente que Deporte es aquello que se ve en el espectáculo deportivo, cuando en realidad eso es una práctica deportiva según un determinado “para qué” o intencionalidad. Con esto queremos significar que el “qué” del Deporte es uno; en función de ello hemos elegido el concepto que presentamos en párrafos anteriores. En cambio, advertimos que los “para qué” del Deporte son varios, según detallamos seguidamente: educativo, recreativo-comunitario, terapéutico, competitivo-federativo, espectáculo, económico, político. 3

Con respecto a los últimos conceptos, debe admitirse estos “para qué” podrían formularse de otra forma, agregando o quitando, haciendo otro análisis, pero que en la práctica deportiva ninguna de estas intencionalidades se manifiesta en forma pura, sino en forma combinada. Los Campeonatos “Evita y Hombre Nuevo”, el P.A.I.COR.-Deporte, las actuales Ligas Estudiantiles, los Campeonatos Oficiales de distintas asociaciones, las Ligas Nacionales, las Olimpíadas, etc., se constituyen siempre en una combinación de intencionalidades donde, naturalmente, puede observarse cuál o cuáles son las que preponderan. Ejemplo de ello veremos más adelante, en oportunidad de hablar del deporte escolar.

Es, en el marco de lo hasta aquí descripto, que proponemos un análisis de las prácticas deportivas, sobre todo de las que se dicen educativas, tanto en lo formal (o escolar) como en lo no formal (o extraescolar). Estamos altamente preocupados por lo que podrían considerarse modelos neoconservadores en el contexto de la postmodernidad, donde el consumismo hace estragos y, consecuentemente, prepondera una cultura “del tener” más que una cultura “del ser”. Si la industrialización tuvo una decisiva influencia en la aparición y desarrollo del deporte, bien cabe que nos preguntemos si hoy el deporte no se ha convertido en una industria, implementándose su práctica en función de alguno de los “para qué” más jerarquizados de acuerdo a la visión social capitalista dominante, olvidándose lo esencial o el “qué” del mismo.


2. Cfr.: CAGIGAL, J. M. El Deporte en la Sociedad Actual. Editorial Prensa Española / Magisterio Español. Madrid , 1975.
3. GARCÍA, Antonio. Conceptos sustentados en Escuela Nacional de Entrenadores de Básquetbol . Córdoba, 1992-1995 / Asignatura “Teoría de la Educación Física” , I.P.E.F. Córdoba, 1990-2002.

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III. Algunos PARA QUÉ del Deporte Bajo la Lupa

Los siguientes textos (Deporte Competitivo, Deporte Recreativo y Deporte Competitivo) han sido extraídos de:
GARCÍA y PECILE. “El Deporte como reproductor o transformador del sistema social”. Revistas Stádium Nº 177 y Nº 178. ,Ed. Stádium, Bs. As., 2001.


1. Deporte Competitivo:

Su práctica se genera y ocurre habitualmente fuera de la escuela. Está ligado a estructuras firmemente establecidas, difícil de ser modificadas y responde a conceptos de rendimiento, resultado, producto, competitividad, eficiencia y eficacia.

“La competitividad en el deporte contemporáneo es como una glándula endocrina que se ha hiperfuncionado en un organismo determinado. Se ha hecho embriaguez necesaria, y, con su incremento sensacionalista, ebriedad permanente. La competitividad progresiva es insaciable. Es menester consumir triunfos, récords, campeones.” (CAGIGAL, 1979: 28).
“Es muy frecuente observar en las luchas puramente instintivas de deportistas sin dirección educativa real, los resentimientos de las derrotas y los orgullos desmedidos por las victorias, sentimientos que son tanto más destructores de la moral cuanto que, partiendo de los campeones individuales, llegan al alma de la multitud que crea y endiosa “héroes” inferiores, que aplaude hoy y olvida mañana, una vez que desaparecieron las cualidades puramente físicas que les dieron origen.” (ROMERO BREST, 1938: 102).

Este modelo es representante directo de una cultura burguesa, aristocrática y “meritocrática”, que determina quiénes podrán llegar al mismo. Esta forma social de deporte resalta algunos valores que son generalmente impuestos como modelos a alcanzar, los que, paradójicamente, resultan inalcanzables.
Esta imposibilidad de acceder de manera generalizada a este modelo, determina que existan deportistas de primera, segunda y tercera “clase”, en una gran similitud con la denominación de países del Primer o Tercer Mundo, según sea su grado de desarrollo. En el marco de esta globalización, cabe destacar que los países del Primer Mundo tienen más deportistas de primera clase que los restantes.
Que este Deporte se haya popularizado no quiere decir que se haya democratizado, o que esté al alcance de todos para poder practicarlo; ello no ocurre, en algunos casos por la pertenencia a una determinada clase social y en otros por el sacrificio y renunciamientos personales que supone. Los estudios nos demuestran que hoy la práctica del Deporte Competitivo es absolutamente minoritaria en la sociedad; a partir de dichos estudios las cifras nos demuestran que son más los jóvenes que los adultos que lo practican, más hombres que mujeres y más estudiantes o personas escolarizadas que no escolarizadas.
Paradójicamente, en cualquier sistema social o político, esta forma de Deporte recibe los mayores recursos económicos, tanto del Estado como del sistema económico-financiero privado. Esta modalidad resalta los valores sociales vigentes e implantados por los modelos económicos. Resulta marcadamente reproductor del mismo orden social, excesivamente cerrado y exclusivo o expulsor de aquellos que no reúnen los requisitos para permanecer en él.

En el Deporte Competitivo se verifican un sistema de creencias y, hasta incluso, un cuerpo de conductas rituales y aceptadas. Algunos deportes tienen una marcada fuerza conservadora que tiende a que se los practique, generalmente, en cierta clase social. Es también una fuerza que reúne a los hombres para un propósito común y les da un sistema común de valores y actitudes. Con ello acentúan la continuidad respecto de orden social existente.
Desde este punto de vista y adoptando ciertas metodologías para la enseñanza de los deportes y su posterior práctica competitiva, el objetivo es una forma de vida ordenada, un sistema de derechos y deberes, y patrones de autoridad que trata de preservar, asegurando un modo de entender al Deporte (con predominio en alguno de sus “para qué “ y no en el “qué”).


2. Deporte recreativo:

Surge, en nuestro tiempo, como necesidad de manifestar alguna oposición y alternativa al Deporte Competitivo. El planteo busca revertir el carácter selectivo anteriormente expuesto, e intenta destacar el carácter social de la práctica deportiva.
De alguna manera resulta una manifestación contra las formas de exclusión y discriminación en la institución Deporte. Aparece como movimiento tendiente a democratizar a ésta a través de la popularización y generalización de las prácticas. El interés central radica en no someter al practicante a sistemas rígidos, sino en permitir a las personas “jugar corporalmente”, dentro de condiciones favorables que les permitan el desarrollo de su autoestima, y el desenvolvimiento social en un ambiente de camaradería, amistad y cooperación, con ausencia de toda exaltación de diferencias sociales.
El deporte recreativo propone un modelo abierto de participación, lo que beneficia la inclusión, promueve la igualdad de posibilidades, y no está sujeto a predeterminaciones basadas en el rendimiento. Tiende a promover un modelo de autogestión y las decisiones pueden ser tomadas en el seno de las organizaciones o en el transcurso de las prácticas por simple consenso.
Tampoco anima a esta forma de deporte una intención de transmitir estereotipos culturales a través de la enseñanza, sino que cada uno puede expresarse con las técnicas, habilidades y destrezas corporales que posea, transfiriéndolas, muchas veces, de otras prácticas. Esto permite que las reglas de los deportes puedan ser modificadas o adaptadas total o parcialmente, atendiendo a servir a los intereses de los participantes. Esta forma deportiva se manifiesta en modelos de organización de las prácticas, diferentes de las del deporte competitivo. Al torneo-campeonato, se propone como alternativa, el encuentro.
Lo anteriormente expuesto permite en gran medida socializar al deporte y su práctica; su ideología se acerca a una línea contestataria al modelo conservador. En ello se expone y está en peligro dado que, como ocurre con el Deporte Educativo, los sistemas sociales vigentes hacen denodados esfuerzos por hacer de estas propuestas transformadoras un nuevo instrumento al servicio de estructuras de poder, sea político o económico.
Así vemos cómo aparece hoy el deporte recreativo, siguiendo el estilo del “Deporte para Todos”, como propuesta ligada a eventos turísticos, comerciales y empresariales (vendiendo siempre un producto), con lo cual se desnaturaliza. Esto también puede ocurrir, dado que muchas veces no mantiene su ideología original y se acerca peligrosamente a formar parte del deporte competitivo según modos disfrazados de participación, que desvirtúan el carácter abierto y no formal de aquel.
Las estadísticas nos muestran que los programas de desarrollo del deporte recreativo permiten ampliar la participación social, con bajos costos, a través de la autogestión y la participación de los propios actores en la Administración y Dirección de sus propios proyectos. Las edades de mayor preferencia hacia esta forma de deporte se encuentran entre los 30 y los 60 años, apareciendo en algunos países de Europa (Francia, España), una marcada y mayoritaria inclinación de los jóvenes (70%) hacia este modelo, en contra del acceso al deporte competitivo, del cual prefieren ser asistentes a los espectáculos que genera.


3. Deporte educativo:

Antes de abordar en forma directa este modelo, creemos que merece un análisis especial la organización escuela –con su crisis– en relación a la institución deporte, dadas las características de la sociedad actual.
La sociedad delega en la escuela la función prioritaria de la formación democrática pero, contrariamente, no opera críticamente desde otras organizaciones frente a la desigualdad y no prepara al individuo para el cambio al que se dice apuntar. En este sentido la escuela, que a veces parecería estar demasiado sola para llevar a cabo con éxito su función, no sólo debe analizar la sociedad en que se desarrolla, sino que debe contribuir a proyectar la sociedad que desea. En relación a ello resulta afectada la implementación de la Educación Física y el Deporte como medio educativo; es así que cabe preguntarnos si el Deporte que se realiza en la institución escolar apunta a la transmisión de la cultura y al desarrollo de capacidades, o sea, si prioriza lo educativo (con lo que podríamos decir que es deporte de la escuela) o prioriza la competitividad a ultranza, la comparación de marcas, el campeonismo, los resultados sin importar los procesos y cómo o dónde fueron llevados a cabo, la cantidad de participantes en distintos eventos (resaltada siempre en informes finales de alto contenido político) sobre la calidad de las prácticas que los llevaron a participar, en definitiva el elitismo y la discriminación (con lo que podríamos decir que se trata del deporte en la escuela, con códigos ajenos a ella). En este último caso, “una vez más la Educación Física asume los códigos de otra institución (...), lo que indica su subordinación a los códigos/sentidos de la institución deportiva.” (Bracht, 1996: 23).
“Se ha llegado al término de un proceso educativo mediante el cual se han obtenido abundantes logros cuantitativos a expensas de menoscabar la eficiencia, la calidad y la equidad. Pasar de este sistema a otro que privilegie la calidad y su efectiva difusión a todos los niveles del conocimiento y, entre ellos la economía, constituye la gran tarea de América Latina para el próximo decenio.” 4
La calidad que debemos buscar como resultado del desarrollo de la Educación Física escolar –y por ende del deporte de la escuela– debe entenderse como la posibilidad de proporcionar a los alumnos el dominio de códigos culturales básicos, como también el incremento de capacidades para la participación democrática y ciudadana, y el desarrollo de valores acordes con una sociedad que desea una vida integralmente sana para todos sus habitantes. Nuestra disciplina bien puede guiar a los alumnos a participar plenamente en pos de una mejora de las condiciones de vida y a tomar decisiones de importancia.
“La falta de calidad, la calidad insuficiente, es un problema social. Su práctica cotidiana genera un consumidor (...), es decir un ciudadano, o suspicaz o sumiso. La falta de calidad engendra la falta de calidad. Contiene un potencial subversivo, de verdadera disolución social, puesto que propicia el cinismo y la frustración colectiva, la simulación de todos contra todos,” (GRANADO CHAPA, 1992).
Esta carencia requiere por otra parte, la convicción de que cada uno de nosotros puede ser protagonista de cambios o transformaciones del sistema social en la medida que seamos capaces de iniciar y participar activamente en un proceso dinámico, sostenido y sistemático.
De cada centro educativo se espera la capacidad crítica y reflexiva para elegir adecuadamente qué es lo que más le conviene a partir del reconocimiento de la situación en la que se encuentra. La autonomía demanda la necesidad de replantear cuáles son aquellos niveles de decisión y de responsabilidad específicos de cada organización (la escuela) y cuáles dependen de áreas centrales. Implica la idea de conjunto, de producto de actores involucrados por intereses y necesidades compartidas que los une y los compromete en acciones que no pueden ser aisladas, sino que deben responder a objetivos consensuados y tareas pertinentes a las metas que se persiguen.
Pero la tarea no es fácil, si consideramos algunos condicionantes del medio. Está ampliamente documentada la forma como, en términos generales, los recursos educativos se distribuyen en función de la riqueza o pobreza existente, y cómo los sistemas educativos no sólo reflejan, sino que refuerzan las diferencias entre los sectores y estratos sociales; lo que sucede es que la educación es un hecho social que tiene, como tal, las influencias propias de todos los déficits de la estructura social. Lo que también es cierto es que la escuela no es la única responsable. Podríamos decir, dado un conjunto de limitaciones de carácter orgánico y estructural, que la escuela difícilmente podrá lograr algo diferente si desde el sistema mismo no se propicia, quedando todos los esfuerzos librados a lo que se pueda realizar moviéndose en lo intersticios curriculares.
Si los criterios de distribución de recursos a las diferentes escuelas del sistema obedecen más a criterios de orden político que a una intencionalidad de justicia e igualdad de oportunidades, poco podrá hacer el sistema educativo para igualar el acceso de sus egresados a los beneficios del desarrollo social. ¿Cómo puede contribuir la Educación Física a una mejor calidad en educación?..., ¿puede hacerlo desde el “deporte de la escuela”?.
Respondiendo a las anteriores preguntas, creemos que puede hacerlo, que es factible ayudar a mejorar la calidad de la educación. Ello supone accionar inteligentemente a partir de los currículum flexibles y la autonomía parcial que dan en el marco del P.E.I., para elaborar el Proyecto Curricular Institucional. Sin esperar a que aparezcan grandes cambios estructurales, una nueva concepción de iniciación deportiva, una defensa del “qué” del Deporte y de los “para qué” centrados en la formación de ciudadanos críticos y con iniciativa propia, apuntará a una mejora cualitativa que no podrá lograrse únicamente con una contribución parcial desde esta disciplina, sino con una acción similar desde todas las disciplinas curriculares; pero quede claro que la Educación Física y el Deporte como medio educativo no pueden excluirse ni autoexcluirse.
Los aportes que se puedan realizar en procura de un cambio de las estructuras sociales quizás no puedan provocar dicho cambio, pero sí creemos que provocarán una atenuación de los efectos de una sociedad capitalista que descuida la condición humana. Se trata de no admitir el olvido de aspectos esenciales del hombre como su libertad, su capacidad de decisión, su necesidad de desempeño cooperativo, etc. Todo ello se puede propiciar desde ciertas manifestaciones deportivas, sobre todo aquellas conocidas como “deportes abiertos y colectivos”. Se hará necesario para concretar esta idea, que se ponga especial énfasis en el “cómo”, o sea en los aspectos metodológicos para la enseñanza y para la organización de las prácticas deportivas.
Si se actúa metodológicamente en forma precisa, logros tales como el desarrollo del “pensamiento táctico” , la aplicación de la técnica en función táctica (casi sinónimo de habilidad motriz) y el accionar cooperativo en el juego, reflejarán la personalidad de un alumno crítico, solidario y capaz de decidir autónomamente; componentes absolutamente imprescindibles para llegar a ser el ciudadano libre y responsable a que se aspira.

“Lo educativo de un deporte no puede estar fundado en base a una determinada ideología, sino hacerlo a través de unos fundamentos filosóficos que contengan como referencia los valores humanos de autonomía y libertad. A partir de ellos se debe construir un sistema capaz de superar cualquier marco ideológico coyuntural.” (SEIRUL lo VARGAS, en BLAZQUEZ SÁNCHEZ, 1995: 62).
“El efecto de la actividad deportiva sobre el ser humano es la contribución decisiva y constituyente para una personalidad multifacética.” (MEINEL y SCHNABEL, 1988: 47).
Un deporte es educativo cuando permite el desarrollo de aptitudes psico-socio-motrices del sujeto; cuando en sus práctica se procura la afectación total de la conducta de quien lo juega, o sea, cuando se supera el nivel de la eficiencia física, para alcanzar la inteligencia motriz, la fruición, la asunción personal del movimiento y la integración social. Dicho de otra manera, podemos asociarnos al pensamiento de Le Boulch (1991), cuando expresa que desde el punto de vista del rendimiento el deporte no constituye un fin en sí mismo, sino la posibilidad de ejercitar, mediante un mayor auconocimiento, la propia eficacia en el entorno a través del dominio de la propia motricidad.
El Deporte como medio educativo, en cuanto se considera deporte-práctica, presenta “como funciones derivadas o secundarias , o en cuanto “roles”, valores, aplicaciones, consecuencias: (...) autoexpresión, autocontrol, juego limpio, perseverancia, entrega, expresión estética, equilibrio (recuperación), política y liberación (emancipación)” (CAGIGAL, 1975: 67). Ello contribuye a atenuar los efectos del consumismo, del hedonismo, de la permisividad y competitividad tan propias de la sociedad actual y del hombre sólo preocupado por vivir el presente.
Para un enfoque de corte funcionalista, la enseñanza de los deportes en la escuela se daría, en cuanto a las reglas, procurando un respeto incondicional y no reflexivo de las mismas, lo que lleva al acomodamiento, forjando un conformista feliz y eficiente; aprender las reglas significa reconocer y aceptar reglas prefijadas. Por otro lado, la enseñanza de la técnica en los deportes de situación, aparece con fines en sí misma, llevando al tecnicismo, toda vez que se enseñan respuestas motoras de un modo repetitivo, sin identificar siquiera el problema que les dan origen. Un cambio metodológico, podría significar, con relación a las reglas, la posibilidad de vivir situaciones en que se las necesite, experimentar la necesidad de construirlas y aplicarlas, a partir de lo cual se las respetará; y en relación a la técnica el aprender una determinada destreza como respuesta , con técnica apropiada, pero como unidad con el problema que la genera, en distintas situaciones, con libertad para decidir cuándo responder, brindará la posibilidad de dar dicha respuesta inteligentemente y no en forma estereotipada.
Una vez más queda asentado que la posibilidad de “arremeter” contra las estructuras sociales que oprimen, consiste en buscar en este caso, en la estructura misma de los deportes, aquellos elementos susceptibles de ser abordados de un modo distinto desde lo metodológico, con el objetivo de promover la libertad del hombre como fin último.


4. CEPALD – UNESCO. Educación y conocimiento: eje de la transformación productiva con equidad. Santiago de Chile, 1992.

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IV. El Deporte y los Deportes


Cuando hablamos del Deporte, nos referimos genéricamente a una producción cultural del hombre, la cual ya hemos caracterizado anteriormente en su Qué o en su esencia. Se trata de una forma de sistematización del movimiento humano –como formas de moverse socialmente validadas– considerando parámetros generales y aspectos estructurales siempre presentes: En términos de “constantes”, los elementos de juego, el entorno, las metas, las reglas, los jugadores, las situaciones y el tiempo. Y, en términos de “funciones”, el compromiso conductal, los roles y sub-roles y las acciones que se llevan a cabo. Todo esto, podemos decir, en más o en menos y de distintas forma, siempre esta presente en el deporte; son componentes estructurales del mismo. Hasta aquí nos hemos referido genéricamente al Deporte.
De aquí en más nos referiremos a los Deportes, o sea, a las distintas manifestaciones o prácticas que se generan en tanto las “constantes” y las “funciones” se dan o aparecen de diferente forma. Veamos a modo de ejemplo: Las reglas o el Reglamento es una constante, o sea que siempre es parte del Deporte, cualquiera sea su forma de práctica. No obstante hemos de admitir que las reglas no siempre son las mismas (o que el Reglamento no siempre contiene las mismas reglas) y que ello condiciona fuertemente a las otras constantes; hecho éste que da paso a distintas prácticas deportivas o Deportes, ... llámense éstos Básquetbol, Fútbol, Handball, Voleibol, etc.
En el ejemplo dado, “Tal y como dice Arnold, (1991 a), el conocimiento práctico en un sentido fuerte exige la comprensión de los procedimientos implicados en un juego deportivo, “conforme a unas reglas y una descripción del modo en que se hace” (p.38), es decir, exige comprender la naturaleza de ese juego.”
“La naturaleza de los juegos deportivos viene determinada por las reglas del juego, es decir, las reglas marcan los cauces por los que se desarrolla el juego o los aspectos estructurales que darán lugar a su naturaleza. Las reglas del juego conforman los problemas que deben superarse, esto es, los problemas motrices que deben resolverse en el transcurso del juego. Además, para solucionar estos problemas, se necesita gran cantidad de decisiones y juicios que deben tomar los participantes dentro del contexto de juego en el que aparecen. El alumno no puede limitarse a preguntar cómo debe hacer un gesto técnico, sino también qué gesto y cuándo hacerlo, revelándose así la toma de decisiones y juicios como elementos fundamentales en el devenir del juego. La incertidumbre del contexto nos exigirá dar unas respuestas flexibles fruto de la adaptación y la improvisación que marque el juego. En realidad, el contexto del juego es el que presenta los problemas a los jugadores y es el medio en el que adquieren completo significado. De esta forma, podríamos concluir que los juegos deportivos poseen una naturaleza problemática y contextual donde se revelan como elementos importantes la toma de decisiones y juicios.” (Devís Devís, 1996: )
Como se verá, estas prácticas o manifestaciones deportivas o Deportes, se constituyen –a su vez– en nuevos productos culturales. Al igual que el Deporte (genéricamente hablando, como concepto globalizador e integrador), poseen gran legitimación y penetración social. Cierto es, por otra parte, que los distintos Deportes no gozan todos por igual de la misma legitimación, reconocimiento o adhesión popular; unos más que otros, logran la predilección de los habitantes de ciertos países, regiones o estamentos sociales, teniendo esto raíces en aspectos históricos y culturales que, en definitiva, hacen a la popularidad de estas prácticas.
Más allá del análisis sociológico que podría realizarse sobre la última cuestión, es válidos destacar (en función de los intereses que nos convocan en este Curso) que nos interesa de sobremanera indagar en las estructuras funcionales o lógica interna de los Deportes.



V. Estructura Funcional de los Deportes


Esta cuestión o la lógica interna de los Deportes, siguiendo el pensamiento de Parlebás (1981), presenta dos grandes agrupaciones, que se basan en el tipo de interacción o relación que se da entre los participantes y entre éstos y el medio físico en que la actividad tiene lugar. De este modo se establecen dos grandes grupos: los deportes psicomotrices y los deportes sociomotrices.

La característica más significativa de los deportes PSICOMOTRICES es que el individuo que actúa lo hace en solitario y, en consecuencia, no se produce ningún tipo de interacción o comunicación con otros participantes, aunque sí puede existir con el medio. De esta manera en estos deportes una de las cuestiones a analizar, tanto para la iniciación o el entrenamiento, es si desarrollan en un medio estable (como la Gimnasia Artística, la Natación o los lanzamientos de Atletismo) o si, por el contrario, se llevan a cabo en un ambiente o medio inestable (Escalada, Tabla deslizadora a vela, Parapente o Ala Delta).

En cambio, la característica propia de los deportes SOCIOMOTRICES es, en el extremo opuesto a los anteriores, la interacción y comunicación con otros participantes, además de la interacción con el medio. Éstos, a su vez, pueden ser deportes de oposición, de cooperación, de cooperación-oposición y de cooperación-oposición-invasión.
Los deportes de oposición presentan como característica que siempre se desarrollan entre dos individuos que se enfrentan entre sí o distintos individuos que se enfrentan entre sí, simultáneamente, todos contra todos y en forma individual, (...) “lo cual produce constantemente una constante interacción negativa o de oposición entre ellos” (HERNÁNDEZ MORENO, 1995: 291). Ejemplo de ello son: Vela individual, Motocross, Ciclismo de carretera, Judo, Esgrima, Tenis (en Singles), etc.
Los deportes de cooperación tienen como particularidad la presencia de “otro u otros” que –como participantes– tendrán un comportamiento que siempre será de colaboración o interacción positiva, generando sociedades de dos o más integrantes, a veces cambiantes en el marco de la gran sociedad que constituye el equipo; es válido reconocer, en este sentido, que no es lo mismo una interacción simple de uno para con otro y viceversa, que una múltiple, de la que participan varios individuos. Ejemplos de todo ello son el Patinaje Artístico en parejas, la Escalada, el Piragüismo, el Remo, etc.
Vale aclarar aquí que la cooperación no siempre se da de la misma forma, pudiendo ser “sumativa” o “interactiva”; al respecto, se puede ver la cooperación en un juego en que los integrantes del equipo realizan relevos (acción sumativa), a diferencia de otro donde los integrantes del equipo actúan simultáneamente (acción interactiva). En ambos casos aparecen como componentes sociales importantes la “alternancia de roles y/o sub-roles”, la “dependencia mutua” y la “co-gestión”.
Una especie de integración de las dos anteriores tipologías, la constituyen los deportes de cooperación-oposición. Estos presentan como rasgo saliente el hecho de que se da simultáneamente la cooperación y la oposición por parte de un número variable de individuos agrupados por equipos, los que generan interacciones positivas y negativas en forma simultánea, sucesiva o alternada. En estos deportes el pensamiento predictivo y el comportamiento estratégico son predominantes para la puesta en acción o acción práctica.
Se trata de la cooperación en el seno de los distintos equipos que juegan y de la oposición entre equipos. En este marco la “comunicación” (especialmente gestual o no discursiva) y la “contracomunicación” (como intento permanente e instantáneo de descifrar códigos de comunicación ajenos) se constituyen en componentes fundamentales del juego. Estos deportes presentan mayor grado de complejidad en su lógica interna. Ejemplos típicos son el Voleibol y el Tenis (en Dobles), el Ciclismo en carretera por equipos, Navegación a Vela en grandes embarcaciones, etc.
Finalmente, los deportes de cooperación-oposición-invasión, se constituyen en una variante de los anteriores, con el agregado particular de la necesidad de defender un campo, para unos, y la de atacar tratando de invadirlo, para otros; todo ello en el marco de acciones alternadas de ataque y de defensa, determinadas predominantemente por la posesión de la pelota. Cobra gran significación, a nivel individual, la línea táctica “delante-detrás” y a nivel colectivo el ganar espacios entre las últimas líneas de defensa y la fortaleza que se defiende (arco, aro o suelo posterior a una línea) que es, constantemente, la meta para el equipo contrario. Obviamente, el concepto de invasión también puede ser interpretado como la posibilidad de poblar y dominar, por parte de un equipo, no solamente su propio campo, sino también el campo contrario, todo lo cual posibilitará el ataque constante a la meta y, como probable resultado, las sucesivas conversiones y puntuaciones. Los deportes de este tipo superan a los anteriores en cuanto al grado de complejidad, en lo que a lógica interna se refiere. Ejemplos clásicos son el Rugby, el Básquetbol, el Fútbol, el Handball, etc.

Con respecto a lo anteriormente expuesto sobre la lógica interna de los Deportes, cabe realizar dos consideraciones más: Una se refiere a la “incertidumbre”, presente siempre –en más o en menos– en toda práctica deportiva. La otra se refiere a la estructura “abierta” o “cerrada” de los deportes, referido esto a lo predecible que pueden llegar a ser las diversas situaciones y las acciones a llevar a cabo durante su práctica.
Analicemos finalmente estas cuestiones en el marco de las posibilidades y limitaciones de este Curso y, consecuentemente, de lo expuesto en el mismo.

La incertidumbre está constituida por la duda, la ignorancia y la presunción de lo que puede llegar a suceder en un ambiente determinado, en el marco de una interacción acíclica entre los distintos actores y el contexto. La incertidumbre es factible de atenuar en la medida que se perciben ciertas situaciones que, reiteradamente, se constituyen en problemas a resolver; para éstos se dispone, luego de cierto tiempo de experiencia y aprendizaje, de algunas respuestas o soluciones válidas. En otros casos, es factible de desaparecer, cuando algo se da más o menos rutinaria y cíclicamente en cierto contexto o situación; es decir, siempre aparece el mismo problema correspondiéndole, probadamente, una forma de resolución.
Para lo que nos interesa, encontramos una posibilidad de análisis justamente en la línea que va de “incertidumbre casi total” en un extremo, pasando por la “incertidumbre atenuada” en las instancias medias, hasta llegar a la “casi desaparición de la incertidumbre”, en el otro extremo.
Con respecto a los Deportes y el microambiente en que se practican, puede ocurrir que el juego esté –para el/los protagonista/s– cargado de mucha, mediana o poca incertidumbre. Todo dependerá de la estructura funcional del deporte en cuestión. Para abordar el estudio del caso, es necesario ubicar las fuentes de producción de incertidumbre, pudiendo ser las siguientes: las Instalaciones, los Adversarios y los Compañeros. Aceptando la relatividad de la identificación, dado que no es posible hablar de total incertidumbre o ausencia total de la misma, veamos algunos ejemplos:
 La Escalada presenta alto nivel de incertidumbre en las instalaciones, mediano a alto nivel en los compañeros, mientras que aquella no se presenta en los adversarios (si los hubiere).
 El Patinaje Artístico por parejas presenta mediana incertidumbre en el compañero, pero no aparece la misma en las instalaciones (muy estables) y en los adversarios (los cuales no compiten simultáneamente).
 El Ciclismo de carretera presenta mediano a alto nivel de incertidumbre en las instalaciones, alto nivel en los adversarios y mediano nivel en los compañeros.
 El Motocross presenta alto nivel de incertidumbre en las instalaciones, en los eventuales compañeros y en los adversarios.
 El Tenis (en Dobles) no presenta incertidumbre en las instalaciones, pero sí alto nivel de aquella en los adversarios y mediano a alto nivel en el compañero.
 El Básquetbol no presenta incertidumbre en las instalaciones, aunque sí presenta mediano nivel de aquella en los compañeros y alto nivel en los adversarios.
 El Fútbol, ídem anterior.
 El Rugby, ídem anterior.
 El Esquí Alpino (individual), presenta alto nivel de incertidumbre en las instalaciones, mientras que no presenta incertidumbre en los adversarios y en los ocasionales compañeros.
 La Gimnasia Artística no presenta incertidumbre en la instalaciones, tampoco en los compañero y en los adversarios.
 Los Lanzamientos de Atletismo, ídem anterior.


La otra consideración deseable de realizar, es la referida a la estructura “abierta” o “cerrada” de los Deportes. Este análisis guarda directa relación con los puntos anteriormente tratados, o sea, la configuración psicomotriz o sociomotriz y la incertidumbre.
Los deportes abiertos o de situación, son los que presentan mayor grado de incertidumbre y, al mismo tiempo, preponderancia sociomotriz. Antes de y durante su práctica, se hace muy difícil predecir o imposible precisar las. situaciones de juego que pueden llegar a darse o las acciones que llevarán a cabo los participantes. En éstos no se repiten con determinada frecuencia ciertas situaciones; consecuentemente son acíclicos. A los jugadores se les asignan roles y funciones de antemano, entendiéndose que desempeñarán ciertos sub-roles pero sin la certeza de cuándo intervendrán, cómo, dónde (o en qué lugar del campo de juego), cuántas veces, con o frente a quien, etc.; ... sólo existe la presunción y el cálculo aproximado. Este tipo de deportes requiere de los jugadores gran capacidad de adaptación a situaciones cambiantes o que se modifican continuamente, a menudo en tiempos brevísimos. Priorizan el pensamiento táctico sobre el desempeño técnico y, de igual modo, la habilidad sobre la destreza. En términos de capacidades requieren grandes aportes de la percepción, la memoria a largo plazo y el razonamiento para tomar decisiones, también en muy cortos lapsos de tiempo, es decir, casi instantáneamente.
En cambio los deportes cerrados presentan muy poca incertidumbre; podría decirse que casi únicamente la que se deriva del propio accionar del jugador o intrínseca a él mismo y su desempeño motriz, además de los casos excepcionales de accidentes o roturas en las instalaciones, etc. Su configuración es preponderantemente psicomotriz. Antes de y durante su práctica es posible vaticinar situaciones de juego que pueden llegar a darse o las acciones que llevarán a cabo los participantes y con qué periodicidad se darán; consecuentemente son cíclicos. Los participantes tienen asignados roles y funciones de antemano, con menor o poca variedad de sub-roles; con gran certeza de cuándo, cómo y dónde intervendrán. Estos deportes requieren de los competidores gran concentración “repasando mentalmente lo que vendrá”, dado que las situaciones que se generan son predecibles y muy poco cambiantes. En su práctica se prioriza el desempeño técnico sobre el pensamiento táctico y, de igual modo, la destreza sobre la habilidad (con gran perfeccionamiento de la primera).



VI. A Modo de Cierre o Síntesis Final

Finalizando ya estas reflexiones, solo resta señalar que resulta casi impensable que los distintos profesionales que actúan en apoyo, gestión y conducción del deporte no adviertan ...
a) Que están frente a un producto cultural que tiene variadas formas de presentación,
b) Que –por su naturaleza– se constituye en una reconocida y valorada práctica social,
c) Y que –para poder ubicarse desempeñando cabalmente el rol que les corresponde– deben necesariamente ahondar en el Qué del Deporte y en los Para Qué de su práctica.

Al mismo tiempo, si aceptamos que los distintos Deportes están configurados por una serie de saberes generales y específicos que les permiten mantener lazos de pertenencia a una tipología, a la vez que diferenciarse unos de otros, mal podremos trabajar en ellos sin analizar dichos saberes. Es así que para enseñar, entrenar o realizar cualquier otra tarea profesional de apoyo será indispensable profundizar en la estructura funcional o lógica interna del deporte que nos convoca. Es casi imposible ayudar al jugador sin previo conocimiento de lo que le demanda la práctica del deporte elegido.
Se trata entonces de enseñar o entrenar para situaciones de preponderante naturaleza psicomotriz o sociomotriz; para lo individual y lo colectivo; para la oposición, la cooperación o la cooperación-oposición; para la invasión o la cooperación-oposición-invasión; para la poca o mucha incertidumbre; para lo cíclico o acíclico; para lo factible de predecir o lo difícil de predecir... Pero, más allá de todo esto, enseñar o entrenar según un enfoque basado en la complejidad, aceptando que muchas de los aspectos nombrados hacen a una misma estructura y a la lógica interna de un deporte, a partir de un magnífico entrecruzamiento e integración.





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