martes, 9 de abril de 2013

El DEPORTE en el AMBITO SOCIAL



El Deporte: ¿Reproductor o transformador del sistema social?


Antonio García y Santiago Hugo Pecile,
con la colaboración de Matilde Rodríguez




Trabajo Final de la Cátedra Sociología, Licenciatura en Educación Física
 Facultad de Ciencias Humanas – Universidad Nacional de Río Cuarto, Argentina. 1998.


Luego publicado, con autorización especial delos autores en:
Revista STÁDIUM Nº 177. Ed. Stádium, Buenos Aires, agosto de 2001.
Revista STÁDIUM Nº 178. Ed. Stádium, Buenos Aires, noviembre 2001.





En el presente trabajo pretendemos dar lugar a un enfoque crítico de las distintas prácticas deportivas y la concepción de deporte que las sustentan. Para ello partimos del supuesto que nos presenta a la sociedad como un sistema de relaciones entre individuos o grupos que los lleva a compartir una vida total, oficiando esto como telón de fondo para la aparición de una estructura dinámica compuesta por instituciones interdependientes e interactuantes; en este sentido, la cantidad y calidad de estas relaciones, los procesos y los productos que se generan (en términos de cultura) distinguen a una sociedad de otra.

Desde el punto de vista en que se acepta a la sociedad como un sistema, hemos de distinguir también la aparición de distintos subsistemas que integran la misma. Antes de entrar en otras consideraciones en relación a ello, reconocemos que son dos las posturas tradicionales o fuertes en lo relativo a la interpretación de la sociedad: la concepción funcionalista que le una relevancia al consenso y la concepción contraria, que le da mayor importancia al conflicto y a la coerción. Estas son dos visiones de la realidad social que no podemos desconocer, pues ambas creemos que presentan aspectos valiosos para explicar las relaciones humanas, por lo menos en lo que respecta al modo en que los hombres “se relacionan” para fundamentar este hecho. Para el caso del interrogante que planteamos, estos enfoques resultan de mucha importancia, dado que consideramos que el deporte y su práctica pueden ser abordados desde una u otra perspectiva, lo que determina el “cómo” y el “para qué” de su práctica, además del posicionamiento ideológico de quienes lo promueven.


Para un enfoque funcionalista el deporte, según un modo particular de tratamiento, sobre todo en su enseñanza, contribuiría a la integración social, a la movilidad social y al aprendizaje de ciertos roles o papeles sociales muy valorados; en relación a esto último, las prácticas deportivas pueden ser una muy buena ocasión para el abordaje y desempeño, por parte del sujeto, en un sistema de roles (tomando este concepto de PARSONS) que existe en la medida en que hay un acuerdo social sobre las formas de comportamiento que se esperan de cada rol; obviamente, de acuerdo a esta interpretación, se pone marcado énfasis en el aprendizaje de las normas que rigen la acción social, o sea, “a la conformidad con las reglas, los valores y las expectativas de los demás” (GOLDTHORPE, J. 1982). Según la concepción funcionalista, cada subsistema contribuye al mantenimiento de la estructura del sistema; a esto, nosotros agregamos que la presencia del deporte en uno u otro de estos subsistemas, coadyuva a la preservación de aquel.

En cambio, desde la óptica del conflicto, el deporte es entendido como un producto de las sociedades capitalistas, se lo relaciona directamente a las diferencias de clases en términos de poder y riqueza y, sobre todo en su “para qué” competitivo federativo se lo relaciona a las ideología burguesa. No obstante esta ubicación del deporte, fundamentalmente con respecto a ciertas finalidades de su práctica, es necesario rescatar que a partir de su esencia entendemos que posee, en forma latente, una fuerza transformadora que bien utilizada puede aportar a una práctica liberadora y comprometida con las clases sociales menos pudientes; esto supondría una enseñanza y práctica del deporte centrada en el aprender a pensar y a decidir, en lugar de sólo transpirar y obedecer.



Dentro de los distintos subsistemas (educativo, de salud, económico, de seguridad, de defensa, judicial, etc) podemos distinguir a las instituciones que, desde un punto de vista sociológico se comportan como un conjunto de pautas culturales que prescriben determinadas reglas de conducta, normatizan o definen modos de acción o relación social que se consideran relevantes y se interrelacionan en función de algún tipo de actividad humana o gran problema como podría ser lo inherente a la transmisión del patrimonio cultural, la prevención y asistencialidad en lo relativo a salud pública, la profesionalización de personal para la defensa o para la seguridad interna, el adecuado uso del tiempo libre, etc.

En este contexto es imposible hablar de sociedad sin que emerja con mucha fuerza la palabra cultura, que hace referencia a todo lo que ha sido capaz de producir el hombre viviendo en sociedad. Tampoco podemos dejar de apreciar, como directamente asociado a ello, a la palabra educación, que sintetiza la intención del hombre social por transmitir su cultura y por desarrollar sus capacidades de manera sistemática (tanto en lo formal o escolarizado, como en lo no formal o no escolarizado). De este modo intentamos ir perfilando nuestro tema; nos interesaremos inicialmente en la educación como modificadora o como reproductora de modelos sociales, para luego procurar ver a esto mismo en la Educación Física y, posteriormente, en el Deporte, como forma sistematizada de movimiento, medio, en este caso, de la Educación Física.


Resulta interesante, en el análisis de la producción cultural total de la humanidad, reconocer como distintas culturas, en distintas épocas y lugares, tienen elaboraciones particulares y elaboraciones comunes a todas ellas, aunque es este caso con adecuaciones que hace posible identificarlas. Antes de continuar con este enfoque creemos necesario, tal como lo hicimos anteriormente con otros términos, conceptualizar cultura: “Cultura es la compleja totalidad que incluye conocimiento, creencia, arte, moral, ley, costumbre y toda otra habilidad y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad” (TYLOR, E., 1871; citado por CHINOY, E., 1990). Junto a esta clásica definición, nosotros nos atrevemos a agregar, que toda elaboración del hombre, material o inmaterial es parte de su cultura; de allí que podríamos decir que la cultura es tan cotidiana que ni siquiera reparamos en ella, dado lo natural que es movernos asimilándola, utilizándola o enriqueciéndola. Paralelamente, podemos definir el término subcultura: se trata de las “variaciones de las pautas culturales específicas” que llevan a ciertos grupos sociales secundarios a distinguirse porque se manifiestan mediante una “una parte relativamente distintas pero no totalmente separada de un todo mayor” (CHINOY, E. 1990) que es la cultura de un pueblo.

Entre las elaboraciones comunes a las distintas culturas encontramos el lenguaje, el alimento, las normas sociales, etc., lo cual se presenta de distintas maneras según los casos. En este contexto aparece también el juego, observándose que es propio de diversas culturas aunque sea de distintos tipos o con connotaciones propias según el lugar y el tiempo. De este modo observamos la aparición del deporte, que no es otra cosa que un juego reglado, admitiéndose que distintos pueblos –en función de sus determinantes o condicionantes extrasociales y de la estructura de la sociedad misma-- han dado lugar a distintos juegos deportivos que, modernamente, tienden en la mayoría de los casos a generalizarse. Esto que le hemos asignado a las distintas culturas, o sea, la producción y práctica de juegos, también es posible de observar en las subculturas, en las que se advierte, sin dudas, la inclinación por la práctica de ciertos juegos, dejando otros de lado.

Creemos necesario también definir el término Educación, ya que con ello el lector podría comprender mejor nuestro posicionamiento frente a la problemática que elegimos. Entendemos por educación a un proceso vital de transformación permanente, por el cual el individuo desarrolla sus capacidades, a la vez que asimila un patrimonio cultural, lo utiliza y lo enriquece para luego cederlo a sus sucesores. La relación que existe entre educación y cultura aparece en este último concepto. No obstante podríamos reforzarla con otro concepto de cultura, que expresa: “en su acepción sociológica cultura se refiere a la totalidad de lo que aprenden los individuos como miembros de una sociedad” (CHINOY, E. 1990). De acuerdo a lo manifestado, el deporte como contenido cultural, se transmite de generación en generación a través del proceso educativo.


Llegado a este punto, se hace imposible no incursionar en la relación Educación Física – Deporte. Al respecto intentaremos fijar claramente nuestra posición: no son la misma cosa pero se relacionan, siendo lo importante analizar sus relaciones, como también el “qué” y los “para qué” del deporte. Resultará evidente, entonces, que tanto la Educación Física como el Deporte, por ser en sí mismas producciones culturales, pueden utilizarse tanto al servicio de la preservación de un sistema social o al servicio de su transformación. De igual modo, observamos que si en la Educación Física se adopta una postura, las misma se verá reflejada en el deporte, ya que éste es utilizado como medio educativo; por otra parte , nuestro planteo señala que si en el deporte educativo se apunta a una postura distinta de la que se pregona a través de currículum prescrito –en el nivel educacional que corresponda– se está dando paso a un currículum oculto que, más allá de considerarlo inicialmente bueno o malo, es contrario o manifiesta una desviación con respecto a los lineamientos pedagógicos vigentes.



En función de comprender la relación Educación Física – Deporte, abordaremos seguidamente el “qué” de ambos.

Entendemos a la Educación Física “como una disciplina científico-pedagógica:

 Como disciplina científica es un conjunto de conocimientos que se estructura en función de un dominio u objeto de estudio que interesa. Aquellos se formulan y reformulan manteniendo su interdependencia e interacción como producto de una actividad investigativa constante. Así, la educación Física toma como objeto de estudio al movimiento humano como medio educativo, investigando sus posibilidades en tal sentido, entendiéndolo como acto inteligente, significativo y expresivo, como proceso psicofisiológico y como medio para incrementar capacidades y promover aprendizajes inherentes a distintas actividades humanas.

 Como disciplina pedagógica es un conjunto específicos de conocimientos que tienen sus características propias en el terreno de la enseñanza, que incluye contenidos y metodologías. En este caso la educación Física aparece inserta en los currículum educativos (en lo formal y no formal) llevando al alumno conocimientos específicos y promoviendo la educación por el movimiento. Emerge así nuestra disciplina como la principal responsable –aunque no la única-- de instrumentar la acción de educar por el movimiento, siendo innegable que el movimiento es el medio operativo por excelencia, mientras que educar es el fin.” (GARCÍA, A. 199l)1.

Observamos así a la Educación Física en el campo de la producción de conocimientos y en el campo de la transmisión de conocimientos. En cuanto a lo primero presentaría un estado de desarrollo, hacia el estatus de ciencia (en el campo de las ciencias sociales), que la ubica en la antesala de dicho nivel, o sea que por ahora su evolución es propia de la disciplina científica. En cuanto a lo segundo, como disciplina pedagógica o asignatura, no es otra cosa que una adecuada selección de conocimientos propios del campo de la Educación Física disciplina científica, que se realiza respetando la etapa evolutiva del destinatario, la inserción socio-cultural del mismo (regionalización) y el perfil de alumno a que aspire la organización escuela. Como en tantos otros casos (la Matemáticas, la Física, la Química la Historia, la Sociología, etc.) la denominación que se le atribuye a la disciplina en el campo de la producción de conocimientos se repite en el campo de la transmisión de conocimientos.

Pasemos ahora al concepto de Deporte: “Es un juego reglado de alto nivel de complejidad, con reglas preestablecidas y aceptadas internacionalemente; posee, según el tipo (de situación o no, individual o de conjunto, etc.) acciones tácticas y técnicas que le son propias, siendo uno de sus componentes principales la agonística.” (GARCÍA, A. 1991). En los conceptos anteriores se rescata fundamentalmente su carácter de juego reglado, cuyas características particulares estarían dadas por la estabilidad de sus reglas y por la agonística o competencia, que no se puede dejar de lado pues ello significaría desnaturalizarlo. La agonística es una tendencia natural de la especie humana, de orden antropológico; en este caso cabría señalar que el temor que a veces despierta la competencia en el terreno educativo no debería estar centrado en la competencia en sí, sino en los modos de organizar o de arribar a la misma (el problema es el cómo). De todos modos, si hablamos de agonística, lucha o competencia, es tranquilizador saber que, dentro de la estructura funcional del deporte, aparece el elemento regulador de aquella, o sea el reglamento o conjunto de leyes construidas a fin de garantizar el juego limpio; la regla en sí es buena y cumple su función, lo que puede ser malo es el modo de arribar a la regla, o sea el modo de aplicarla (una vez más el problema está en el cómo)2.

Nos queda por ver a continuación la relación Educación Física – Deporte. Tal como conceptualizamos a nuestra disciplina, queda claramente explicitado que el movimiento es el medio operativo de la misma. Pero el movimiento es en esencia, junto a la corporeidad, una dimensión del hombre, tomado ello desde un punto de vista antropológico. Digamos que para ser el medio que deseamos que sea, se hace necesario tomarlo como producción cultural; o sea que, didácticamente, la dimensión humana movimiento o motricidad se torna inmanejable, por lo cual acudimos a las “formas de moverse” que el hombre acuña en el contexto social y según las exigencias de éste. Es así que surgen distintas expresiones culturales que se constituyen en verdaderas “formas sistematizadas de movimiento”, como la gimnasia, los juegos motores propiamente dichos, el deporte, la expresión corporal, la danza, la natación (como actividad vital), etc. He aquí la relación que buscamos: la educación Física toma como medio educativo al movimiento humano, pero sistematizado culturalmente (como secuencias e integración de formas de moverse, con una estructuración definida según fines que no siempre se han relacionado en su origen con lo educativo); según los casos y de acuerdo a los objetivos que se planteen, se acude a una o más “formas sistematizadas de movimiento”, siendo una de éstas el Deporte (en sus distintas formas o tipos), el cual será o no seleccionado como válido según las necesidades del destinatario.

Un párrafo aparte merecen los “para qué” del Deporte, o sea la finalidad con que su práctica es promovida y realizada. Aquí no siempre coinciden las intenciones de quienes lo promueven y quienes lo practican. Es más, podríamos preguntarnos desde una sociología del Deporte: ¿qué implica ser deportista? ..., ¿qué significa participar de un deporte o practicar un deporte?.

“Hay un deporte espectáculo, un deporte competición, un deporte juego, un deporte profesión, un deporte salud, etc. En algunas formas de practicar el deporte coinciden varias modalidades. Pero no siempre se dan todas ellas. Cuando un futbolista de 1ª división juega un partido de fin de semana siguiendo el calendario establecido, practica un deporte profesión y participa a la vez de un deporte espectáculo. No se puede decir que él practica un deporte juego (...), el juego es para el público, no para el protagonista que actúa por obligación, se encuentre a gusto o a disgusto.

¿El hacer montañismo o alpinismo es lo mismo que aquello que practica es escolar que juega en la cancha de su colegio? ..., ¿o lo que realiza el octogenario que da su paseo deportivo diario? ..., ¿o lo que supone la participación en un espectáculo deportivo desde la tribuna de un estadio?. Todos “hacen deporte” o al menos “participan del deporte”. Pero ni como hábito personal, ni como actividad social, ni como situación humana, realizan todos una misma cosa. Deporte no es un término unívoco.” (CAGIGAL, J. M. 1975).

El Deporte posee fuerza política. En el juego de las grandes propagandas nacionales el mismo aparece como un elemento popular, de fácil éxito masivo, sin barreras de lenguajes (...). Las victorias deportivas de una nación se han convertido en síntomas de su progreso como país. Los políticos lo han descubierto. El diálogo deportivo internacional es fuente de prestigio, pero como no se puede entablar un diálogo deportivo decoroso sin grandes campeones, surge la urgencia por cultivarlos; aparecen así las fábricas y cuadras de campeones, subvencionados, segregados a una vida artificial con todas sus consecuencias psicológicas y sociológicas. El campeonismo de nuestro tiempo está directamente alimentado por el poder político que se ha descubierto en el Deporte.

De la espectacularidad que el Deporte lleva consigo surgió surgió su proclividad al profesionalismo. En la espectacularidad de la lucha deportiva, el mercantilista vio la oportunidad de enriquecerse. Dicha espectacularidad es inherente a esta manifestación de la cultura; el deportista con su praxis a cuestas, quiéralo o no , lleva un espectáculo en sí, aún en los accidentes o momentos desgraciados de su práctica. El espectáculo deportivo es pasivo para la mayoría de los participantes en él y así, el Deporte, suceso eminentemente espectacular, pasa a convertirse en una de las grandes distracciones de nuestra época; pero los protagonistas del Deporte realizado con esta intencionalidad no juegan propiamente, trabajan.3

En este contexto es que vale reflexionar sobre el hecho de que se verifica una especie de confusión vulgar con respecto al concepto de deporte. El mismo está tan difundido en cuanto al espectáculo que depara, fruto del consumismo en que cae la sociedad actual, de modelo capitalista, que la gente común (la que no se aproxima a la problemática epistemológica o sociológica) entiende demasiado frecuentemente que Deporte es aquello que se ve en el espectáculo deportivo, cuando en realidad eso es una práctica deportiva según un determinado “para qué” o intencionalidad. Con esto queremos significar que el “qué” del Deporte es uno; en función de ello hemos elegido el concepto que presentamos en párrafos anteriores. En cambio, advertimos que los “para qué” del Deporte son varios, según detallamos seguidamente: educativo, recreativo-comunitario, terapéutico, competitivo-federativo, espectáculo, económico, político.4

Con respecto a los últimos conceptos, debe admitirse estos “para qué” podrían formularse de otra forma, agregando o quitando, haciendo otro análisis, pero que en la práctica deportiva ninguna de estas intencionalidades se manifiesta en forma pura, sino en forma combinada. Los Campeonatos “Evita y Hombre Nuevo”, el P.A.I.COR. Deporte, las actuales Ligas Estudiantiles, los Campeonatos Oficiales de distintas asociaciones, las Ligas Nacionales, las Olimpíadas, etc. se constituyen siempre en una combinación de intencionalidades donde, naturalmente, puede observarse cuál es la que prepondera. Ejemplo de ello veremos más adelante, en oportunidad de hablar del deporte escolar.



Visto lo anterior, cabe entonces que se haga referencia a la elaboración e implementación de políticas educativas y deportivas, su grado de coherencia interna, su interrelación o el nivel de articulación que se logra entre ellas y, fundamentalmente, el grado de correspondencia en ellas entre los objetivos declamados y lo que realmente persiguen en la práctica. Aparecerá aquí, sin dudas, el hecho de que las prácticas deportivas no son ingenuas desde la visión de quienes las promueven, ya que éstos siempre parten de un posicionamiento ideológico que en la mayoría de los casos, legitima dichas prácticas, tanto en el campo de la Educación Física como en el del Deporte propiamente dicho y fuera del contexto educativo. Esta legitimación generalmente se da desde un punto de vista heterónomo y no autónomo.


De esta manera , tanto la Educación Física como el Deporte, no valen por lo que son en sí mismos, sino por lo que puedan producir en una apreciación puramente utilitarista. El Deporte es utilizado, en los distintos subsistemas sociales pensando con ulterioridad, verificándose ello en lo económico, en la salud pública, en la seguridad, en la defensa y, obviamente, en educación. En el subsistema educativo se piensa en el posible rédito pegagógico-didáctico, en términos de transmisión de bienes culturales (en lo que se ve involucrado el deporte como contenido) y de acción tendiente al incremento de capacidades, o en un sentido más inmediato para producir aprendizajes que superan el aprender a jugar tal o cual juego deportivo.

Por otra parte, aceptando que lo que ocurre en el sistema social, en términos de consenso o de conflicto, siempre se refleja en los distintos subsistemas, en el marco de las teorías del conflicto podríamos inferir que las distintas prácticas deportivas, sea cual sea el subsistema social en que aparezcan, responden al objetivo final de quienes las promueven, sean éstos los grupos representativos de quienes detentan el poder o aquellos otros que representan a las minorías (u oposición); los primeros tenderán a que se preserven los gobiernos y los sistemas sociales, mientras que los segundos ofrecerán alternativas o reclamarán cambios de fondo que, sin dudas, pondrán en juego la permanencia o continuidad del sistema social en vigencia. La transgresión, en estos casos, puede ser una transgresión creativa que tienda a mejorar la calidad de vida de la gente; una acción interesada para llegar al poder y perpetrarse en el mismo manteniendo las estructuras sociales, o sea "más de lo mismo"; o una acción tendiente al cambio de las estructuras sociales que es legitimada siempre que quienes la promueven sean quienes, a posteriori, ejerzan el poder.

Es, en el marco de lo hasta aquí descripto, que proponemos un análisis de las prácticas deportivas, sobre todo de las que se dicen educativas, tanto en lo formal como en lo no formal. Estamos altamente preocupados por lo que podrían considerarse modelos neoconservadores en el contexto de la postmodernidad, donde el consumismo hace estragos y, consecuentemente, prepondera una cultura “del tener” más que una cultura “del ser”. Si la industrialización tuvo una decisiva influencia influencia en la aparición y desarrollo del deporte, bien cabe que nos preguntemos si hoy el deporte no se ha convertido en una industria, implementándose su práctica en función de alguno de los “para qué” más jerarquizados de acuerdo a la visión social capitalista dominante, olvidándose lo esencial o el “qué” del mismo.


¿De cuál Deporte hablamos cuando hablamos de Deporte?

El Deporte no puede ser considerado un hecho abstracto o que, como estructura conceptual y como práctica, se da fuera del contexto social. No podemos imaginar al deporte sin ubicarlo en un lugar y en un tiempo determinado, en una sociedad y culturas determinadas. Desde este punto de vista se pueden relacionar las prácticas deportivas a ciertas organizaciones sociales (escuela, club, parroquia, centro vecinal, etc.) con una clara finalidad que, lógicamente, responde a la misión social de cada una de aquellas y a los tiempos de estabilidad o de cambios sociales que se vivan.

La continuidad de las citadas prácticas dentro de una organización social, determina su incorporación a la cultura del grupo social, junto con los valores acreditados a las mismas. Es así como se van institucionalizando a través de la acción de los grupos que las promueven y difunden. Podemos decir entonces que el Deporte y su práctica se socializa, quedando, para un análisis posterior, los objetivos que persigue que, desde el punto de vista social podrían ser incluyentes o excluyentes.

Las prácticas deportivas pueden tener un carácter ingenuo en quien las realiza, pero –decíamos en páginas anteriores-- no así en quien las promueve. La ideología de la organización o grupos sociales que implementan la oferta deportiva, no siempre está de acuerdo con los principios de igualdad de oportunidades y de equidad, en procura de facilitar el acceso de todas las personas al deporte como bien cultural, surgiendo de este modo una política excluyente y discriminatoria. Para el enfoque que realizamos, dentro del sistema educativo se debería garantizar a todos los alumnos por igual el acceso al deporte, ya que se parte de una cuestión básica e ineludible: el Deporte es tomado como un medio educativo en el marco de la Educación Física y la educación es un derecho de todos; además, la escuela (sobre todo la escuela oficial, pública y gratuita) es el único lugar donde se puede pensar en una práctica sin discriminaciones desde el punto de vista de la implementación de las mismas. Asimismo, fuera del sistema educativo, debería haber preocupación suficiente para que las organizaciones que difunden el Deporte lo hagan intentando superar las causales de una posible discriminación: costos monetarios elevados, elitismo, características de las organizaciones, características de los eventos deportivos, etc. Pero como en este trabajo tampoco podemos ignorar la realidad, se admite que ciertas prácticas deportivas o ciertas organizaciones que las promueven se caracterizan por ser excluyentes y discriminatorias: tal es caso de los clubes o federaciones que se dedican a la alta competencia deportiva. El aceptar este aspecto en relación al deporte competitivo lleva, a la vez, al recordatorio de que el “para qué” competitivo-federativo se diferencia claramente del “para qué” educativo y que la práctica, en uno y otro caso se realiza con códigos diferentes y según valores que, en general, son incompatibles, más allá de lo común que podría suponer el dominio de la estructura funcional del deporte elegido en grados pertinentes a cada realidad.

Hoy el deporte forma parte de la vida cotidiana, de la sociedad, sin distinciones de edad, sexo, raza, religión país o región, o sistema político-social. Los medios de difusión “ponen de moda” rápidamente una práctica deportiva y, a través de un deportista famoso, transforman la imagen que van creando en un producto de alto valor comercial. Así generalmente nace y se difunde una “sensibilización” particular hacia la práctica de ese deporte.


Quizás valga aquí reflexionar sobre los conceptos de ideología social y de sistemas de pensamiento. “¿Cuáles son los sistemas de ideas que incorporan los esquemas de valor de una cultura dada, y cómo se comunican y mantienen vivas esas ideas?. Aquí están los problemas de la Sociología de la Comunicación” (que nosotros nos atrevemos a compartir con el lector, intentando aplicarlos a las cuestiones de difusión del Deporte que estamos abordando), ... “y en la sociología contemporánea los de la sociología de los medios de comunicación, formación de la opinión pública y manipulación de la opinión a través de la propaganda. También cae aquí el estudio de la manipulación de la masa a través de la propaganda en sociedades totalitarias.


La Sociología de la Educación y la sociología del adoctrinamiento ideológico son parte de este gran tema: la sociología de las ideologías. (...) La propaganda5 se refiere a las técnicas y a los contenidos usados para despertar actitudes, valores y significados frente a un objeto, persona o grupo determinado (...) formando así opiniones. La propaganda ha sido vista como un método de persuasión de masas. Algunos sociólogos entienden a la propaganda como adoctrinamiento, opuesto al análisis inteligente por parte de la ciudadanía, adoctrinamiento donde se lleva a los hombres a pensar y a creer por medio de la manipulación del contenido de la comunicación y del control centralizado en los medios de comunicación.” (SIMPSON, G. 1972).

En relación a lo expuesto, es válido analizar el poder que los grandes monopolios de la comunicación, a veces capitales multinacionales, sin patria, tienen sobre el ciudadano común. En este caso se trata de vender un producto que por sus características tiene gran penetración social; lo lamentable es que no se lo difunda por los valores que posee en sí mismo, sino por las espectacularidad de ciertas prácticas intencionadas que llevan, a quienes comercian con ellas a ganar grandes cifras de dinero. Para ello deben condicionar sutilmente el pensamiento de la gente, el que quedará indefectiblemente prisionero, sin espíritu crítico.


Pero el deporte, que invade los sistemas y los subsistemas sociales a través del modelo competitivo, también va más allá, llegando a nuestra vida cotidiana como un conjunto de ofertas: para la salud, el tiempo libre y el ocio, para tener una imagen o perfil agradable, para disponer de un medio que transmite valores positivos y hasta como una herramienta de lucha contra determinados flagelos sociales.


Las múltiples innovaciones que sufren las distintas prácticas deportivas nos obligan a quienes estamos profesionalmente ligados a la Cultura de lo Corporal, a distinguir con la mayor claridad posible las diferencias que existen en la intencionalidad de las distintas prácticas deportivas, a efectos de no “confundirnos” y, por lo tanto, trasladar esa confusión a la sociedad.

En sucesivas etapas, ante la aparición de nuevas prácticas deportivas, se fueron institucionalizando como características del Deporte aquellas que emanaban de los intereses u objetivos de las personas a quienes estaba dirigido. De esta manera podemos reconocer tres grandes líneas en la orientación (anteriormente vistos como los “para qué”, en este caso los que preponderan socialmente):

# DEPORTE COMPETITIVO
# DEPORTE RECREATIVO
# DEPORTE EDUCATIVO


# Deporte Competitivo: Su práctica se genera y ocurre habitualmente fuera de la escuela. Está ligado a estructuras firmemente establecidas, difícil de ser modificadas y responde a conceptos de rendimiento, resultado, producto, competitividad, eficiencia y eficacia.


“La competitividad en el deporte contemporáneo es como una glándula endocrina que se ha hiperfuncionado en un organismo determinado. Se ha hecho embriaguez necesaria, y, con su incremento sensacionalista, ebriedad permanente. La competitividad progresiva es insaciable. Es menester consumir triunfos, récords, campeones.” (CAGIGAL, J. M. 1979).


“Es muy frecuente observar en las luchas puramente instintivas de deportistas sin dirección educativa real, los resentimientos de las derrotas y los orgullos desmedidos por las victorias, sentimientos que son tanto más destructores de la moral cuanto que, partiendo de los campeones individuales, llegan al alma de la multitud que crea y endiosa “héroes” inferiores, que aplaude hoy y olvida mañana, una vez que desaparecieron las cualidades puramente físicas que les dieron origen.” (ROMERO BREST, E. 1938).


Este modelo es representante directo de una cultura burguesa, aristocrática y “meritocrática” , que determina quiénes podrán llegar al mismo. Esta forma social de deporte resalta algunos valores que son generalmente impuestos como modelos a alcanzar, los que, paradójicamente, resultan inalcanzables.


Esta imposibilidad de acceder de manera generalizada a este modelo, determina que existan deportistas de primera, segunda y tercera “clase”, en una gran similitud con la denominación de países del Primer o Tercer Mundo, según sea su grado de desarrollo. En el marco de esta globalización, cabe destacar que los países del Primer Mundo tienen más deportistas de primera clase que los restantes.

Que este Deporte se haya popularizado no quiere decir que se haya democratizado, o que esté al alcance de todos para poder practicarlo; ello no ocurre, en algunos casos por la pertenencia a una determinada clase social y en otros por el sacrificio y renunciamientos personales que supone. Los estudios nos demuestran que hoy la práctica del Deporte competitivo es absolutamente minoritaria en la sociedad; a partir de dichos estudios las cifras nos demuestran que son más los jóvenes que los adultos que lo practican, más hombres que mujeres y más estudiantes o personas escolarizadas que no escolarizadas.

Paradójicamente, en cualquier sistema social o político, esta forma de Deporte recibe los mayores recursos económicos, tanto del Estado como del sistema económico-financiero privado Esta modalidad resalta los valores sociales vigentes e implantados por los modelos económicos. Resulta marcadamente reproductor del mismo orden social, excesivamente cerrado y exclusivo o expulsor de aquellos que no reúnen los requisitos para permanecer en él.


En el Deporte Competitivo se verifican un sistema de creencias y, hasta incluso, un cuerpo de conductas rituales y aceptadas. Algunos deportes tienen una marcada fuerza conservadora que tiende a que se los practique, generalmente, en cierta clase social. Es también una fuerza que reúne a los hombres para un propósito común y les da un sistema común de valores y actitudes. Con ello acentúan la continuidad respecto de orden social existente.

Desde este punto de vista y adoptando ciertas metodologías para la enseñanza de los deportes y su posterior práctica competitiva, el objetivo es una forma de vida ordenada, un sistema de derechos y deberes, y patrones de autoridad que trata de preservar, asegurando un modo de entender al Deporte (con predominio en alguno de sus “para qué “ y no en el “qué”).



# Deporte recreativo: Surge, en nuestro tiempo, como necesidad de manifestar alguna oposición y alternativa al Deporte Competitivo. El planteo busca revertir el carácter selectivo anteriormente expuesto, e intenta destacar el carácter social de la práctica deportiva.

De alguna manera resulta una manifestación contra las formas de exclusión y discriminación en la institución Deporte. Aparece como movimiento tendiente a democratizar a ésta a través de la popularización y generalización de las prácticas. El interés central radica en no someter al practicante a sistemas rígidos, sino en permitir a las personas “jugar corporalmente”, dentro de condiciones favorables que les permitan el desarrollo de su autoestima, y el desenvolvimiento social en un ambiente de camaradería, amistad y cooperación, con ausencia de toda exaltación de diferencias sociales.

El deporte recreativo propone un modelo abierto de participación, lo que beneficia la inclusión, promueve la igualdad de posibilidades, y no está sujeto a predeterminaciones basadas en el rendimiento. Tiende a promover un modelo de autogestión y las decisiones pueden ser tomadas en el seno de las organizaciones o en el transcurso de las prácticas por simple consenso.

Tampoco anima a esta forma de deporte una intención de transmitir estereotipos culturales a través de la enseñanza, sino que cada uno puede expresarse con las técnicas, habilidades y destrezas corporales que posea, transfiriéndolas, muchas veces, de otras prácticas. Esto permite que las reglas de los deportes puedan ser modificadas o adaptadas total o parcialmente, atendiendo a servir a los intereses de los participantes. Esta forma deportiva se manifiesta en modelos de organización de las prácticas, diferentes de las del deporte competitivo. Al torneo-campeonato, se propone como alternativa. el encuentro.

Lo anteriormente expuesto permite en gran medida socializar al deporte y su práctica; su ideología se acerca a una línea contestataria al modelo conservador. En ello se expone y está en peligro dado que, como ocurre con el Deporte Educativo, los sistemas sociales vigentes hacen denodados esfuerzos por hacer de estas propuestas transformadoras un nuevo instrumento al servicio de estructuras de poder, sea político o económico.

Así vemos cómo aparece hoy el deporte recreativo, siguiendo el estilo del “Deporte para Todos”, como propuesta ligada a eventos turísticos, comerciales y empresariales (vendiendo siempre un producto), con lo cual se desnaturaliza. Esto también puede ocurrir, dado que muchas veces no mantiene su ideología original y se acerca peligrosamente a formar parte del deporte competitivo según modos disfrazados de participación, que desvirtúan el carácter abierto y no formal de aquel.

Las estadísticas nos muestran que los programas de desarrollo del deporte recreativo permiten ampliar la participación social, con bajos costos, a través de la autogestión y la participación de los propios actores en la Administración y Dirección de sus propios proyectos. Las edades de mayor preferencia hacia esta forma de deporte se encuentran entre los 30 y los 60 años, apareciendo en algunos países de Europa (Francia, España), una marcada y mayoritaria inclinación de los jóvenes (70%) hacia este modelo, en contra del acceso al deporte competitivo, del cual prefieren ser asistentes a los espectáculos que genera.


# Deporte educativo: Antes de abordar en forma directa este modelo, creemos que merece un análisis especial la organización escuela –con su crisis– en relación a la institución deporte, dadas las características de la sociedad actual.

La sociedad delega en la escuela la función prioritaria de la formación democrática pero, contrariamente, no opera críticamente desde otras organizaciones frente a la desigualdad y no prepara al individuo para el cambio al que se dice apuntar. En este sentido la escuela, que a veces parecería estar demasiado sola para llevar a cabo con éxito su función, no sólo debe analizar la sociedad en que se desarrolla, sino que debe contribuir a proyectar la sociedad que desea. En relación a ello resulta afectada la implementación de la Educación Física y el Deporte como medio educativo; es así que cabe preguntarnos si el Deporte que se realiza en la escuela prioriza lo educativo (con lo que podríamos decir que es deporte de la escuela) o prioriza la competitividad a ultranza, la comparación de marcas, el campeonismo, los resultados sin importar los procesos y cómo o dónde fueron llevados a cabo, la cantidad de participantes en distintos eventos sobre la calidad de las prácticas que los llevaron a participar, en definitiva el elitismo y la discriminación (con lo que podríamos decir del deporte en la escuela, con códigos ajenos a ella).

“Se ha llegado al término de un proceso educativo mediante el cual se han obtenido abundantes logros cuantitativos a expensas de menoscabar la eficiencia, la calidad y la equidad. Pasar de este sistema a otro que privilegie la calidad y su efectiva difusión a todos los niveles del conocimiento y, entre ellos la economía, constituye la gran tarea de América Latina para el próximo decenio.” 6

La calidad que debemos buscar como resultado del desarrollo de la Educación Física escolar debe entenderse como la posibilidad de proporcionar a los alumnos el dominio de códigos culturales básicos, como también el incremento de capacidades para la participación democrática y ciudadana, y el desarrollo de valores acordes con una sociedad que desea una vida integralmente sana para todos sus habitantes. Nuestra disciplina bien puede guiar a los alumnos a participar plenamente en pos de una mejora de las condiciones de vida y a tomar decisiones de importancia.

“La falta de calidad, la calidad insuficiente, es un problema social. Su práctica cotidiana genera un consumidor (...), es decir un ciudadano, o suspicaz o sumiso. La falta de calidad engendra la falta de calidad. Contiene un potencial subversivo, de verdadera disolución social, puesto que propicia el cinismo y la frustración colectiva, la simulación de todos contra todos,” (GRANADO CHAPA, M. A. 1992).

Esta carencia requiere por otra parte, la convicción de que cada uno de nosotros puede ser protagonista de cambios o transformaciones del sistema social en la medida que seamos capaces de iniciar y participar activamente en un proceso dinámico, sostenido y sistemático.

De cada centro educativo se espera la capacidad crítica y reflexiva para elegir adecuadamente qué es lo que más le conviene a partir del reconocimiento de la situación en la que se encuentra. La autonomía demanda la necesidad de replantear cuáles son aquellos niveles de decisión y de responsabilidad específicos de cada organización (la escuela) y cuáles dependen a áreas centrales. Implica la idea de conjunto, de producto de actores involucrados por intereses y necesidades compartidas que los une y los compromete en acciones que no pueden ser aisladas, sino que deben responder a objetivos consensuados y tareas pertinentes a las metas que se persiguen.

Pero la tarea no es fácil, si consideramos algunos condicionantes del medio. Está ampliamente documentada la forma como, en términos generales, los recursos educativos se distribuyen en función de la riqueza o pobreza existente, y cómo los sistemas educativos no sólo reflejan, sino que refuerzan las diferencias entre los sectores y estratos sociales; lo que sucede es que la educación es un hecho social que tiene, como tal, las influencias propias de todos los déficits de la estructura social. Lo que también es cierto es que la escuela no es la única responsable. Podríamos decir, dado un conjunto de limitaciones de carácter orgánico y estructural, que la escuela difícilmente podrá lograr algo diferente si desde el sistema mismo no se propicia, quedando todos los esfuerzos librados a lo que se pueda realizar moviéndose en lo intersticios curriculares.

Si los criterios de distribución de recursos a las diferentes escuelas del sistema obedecen más a criterios de orden político que a una intencionalidad de justicia e igualdad de oportunidades, poco podrá hacer el sistema educativo para igualar el acceso de sus egresados a los beneficios del desarrollo social. ¿Cómo puede contribuir la Educación Física a una mejor calidad en educación? ..., ¿puede hacerlo desde el “deporte de la escuela”?.

Respondiendo a las anteriores preguntas, creemos que puede hacerlo, que es factible ayudar a mejorar la calidad de la educación. Ello supone accionar inteligentemente a partir de los currículum flexibles y la automía parcial que dan en el marco del P.E.I., para elaborar el Proyecto Curricular Institucional. Sin esperar a que aparezcan grandes cambios estructurales, una nueva concepción de iniciación deportiva, una defensa del “qué” del Deporte y de los “para qué” centrados en la formación de ciudadanos críticos y con iniciativa propia, apuntará a una mejora cualitativa que no podrá lograrse únicamente con una contribución parcial desde esta disciplina, sino con una acción similar desde todas las disciplinas curriculares; pero quede claro que la Educación Física y el Deporte como medio educativo no pueden excluirse ni autoexcluirse.

Los aportes que se puedan realizar en procura de un cambio de las estructuras sociales quizás no puedan provocar dicho cambio, pero sí creemos que provocarán una atenuación de los efectos de una sociedad capitalista que descuida la condición humana. Se trata de no admitir el olvido de aspectos esenciales del hombre como su libertad, su capacidad de decisión, su necesidad de desempeño cooperativo, etc. Todo ello se puede propiciar desde ciertas manifestaciones deportivas, sobre todo aquellas conocidas como “deportes abiertos y colectivos”. Se hará necesario para concretar esta idea, que se ponga especial énfasis en el “cómo”, o sea en los aspectos metodológicos para la enseñanza y para la organización de las prácticas deportivas.

Si se actúa metodológicamente en forma precisa, logros tales como el desarrollo del “pensamiento táctico” , la aplicación de la técnica en función táctica (casi sinónimo de habilidad motriz) y el accionar cooperativo en el juego, reflejarán la personalidad de un alumno crítico, solidario y capaz de decidir autónomamente; componentes absolutamente imprescindibles para llegar a ser el ciudadano libre y responsable a que se aspira.


“Lo educativo de un deporte no puede estar fundado en base a una determinada ideología, sino hacerlos a través de unos fundamentos filosóficos que contengan como referencia los valores humanos de autonomía y libertad. A partir de ellos se debe construir un sistema capaz de superar cualquier marco ideológico coyuntural.” (SEIRUL lo VARGAS, F. 1995).

“El efecto de la actividad deportiva sobre el ser humano es la contribución decisiva y constituyente para una personalidad multifacética.” (MEINEL, K. y SCHNABEL, G. 1988).

“Un deporte es educativo cuando permite el desarrollo de aptitudes motrices y psicomotrices, en relación a los aspectos afectivos, cognitivos y sociales de la personalidad.” (LE BOULCH, J. 1991).

El Deporte como medio educativo, en cuanto se considera deporte-práctica, presenta “como funciones derivadas o secundarias , o en cuanto “roles”, valores, aplicaciones, consecuencias: (...) autoexpresión, autocontrol, juego limpio, perseverancia, entrega, expresión estética, equilibrio (recuperación), política y liberación (emancipación)” (CAGIGAL, J. M. 1975). Ello contribuye a atenuar los efectos del consumismo, del hedonismo, de la permisividad y competitividad tan propias de la sociedad actual y del hombre sólo preocupado por vivir el presente.

Para un enfoque de corte funcionalista, la enseñanza de los deportes en la escuela se daría, en cuanto a las reglas, procurando un respeto incondicional y no reflexivo de las mismas, lo que lleva al acomodamiento, forjando un conformista feliz y eficiente; aprender las reglas significa reconocer y aceptar reglas prefijadas. Por otro lado, la enseñanza de la técnica en los deportes de situación, aparece con fines en sí misma, llevando al tecnicismo, toda vez que se enseñan respuestas motoras de un modo repetitivo, sin identificar siquiera el problema que les dan origen. Un cambio metodológico, podría significar, con relación a las reglas, la posibilidad de vivir situaciones en que se las necesite, experimentar la necesidad de construirlas y aplicarlas, a partir de lo cual se las respetará; y en relación a la técnica el aprender una determinada destreza como respuesta , con técnica apropiada, pero como unidad con el problema que la genera, en distintas situaciones, con libertad para decidir cuándo responder, brindará la posibilidad de dar dicha respuesta inteligentemente y no en forma estereotipada.

Una vez más queda asentado que la posibilidad de “arremeter” contra las estructuras sociales que oprimen, consiste en buscar, en la estructura misma de los deportes, aquellos elementos susceptibles de ser abordados de un modo distinto desde lo metodológico, con el objetivo de promover la libertad del hombre como fin último.



Más que conclusiones, ... preguntas sin respuestas

Para finalizar, queremos proponer la temática de este trabajo para un serio debate cuando se hable del la relación Educación Física – Deporte y de los valores socializantes del Deporte:  ¿socializante en qué sentido? ..., ¿tenemos conciencia de si la práctica deportiva que realizan nuestros jóvenes contribuye realmente a mejorar la calidad de vida y a vivir en un mundo mejor? ..., ¿nos preguntamos o interesamos por los intereses que subyacen en esta proliferación de oferta de prácticas de actividades físicas y deportivas? ..., ¿nos interesa a nosotros, Profesores de Educación Física, como analistas de la conducta motora y promotores de la educación por el movimiento, el análisis de esta realidad, o somos reproductores de modelos que sutilmente nos imponen?. Son estas preguntas que, quizás, no podamos responder, pero que pensamos pueden ser disparadoras para una reflexión profunda sobre la problemática que hemos abordado.



Bibliografía


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 CAGIGAL, J. M. El Deporte en la Sociedad Actual. Ed. Prensa Española / Magisterio Español. Madrid, 1975.

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 GARCÍA, A. Teoría de la Educación Física. Fascículo 2: Crisis de la Educación Física. Ed. del autor. Córdoba, 1996.

 GRANADO CHAPA, M. A. Memorias del 2º Congreso Internacional de Calidad Total. FUNDAMECA. México, 1991.




Notas al Pie de Página (en el trabajo original)

1 GARCÍA, Antonio. Conceptos sustentados desde la asignatura “Teoría de la Educación Física” del Instituto del Profesorado en Educación Física de Córdoba.

La concepción de Educación Física explicitada, se adoptó por parte de la Comisión de Currículum de la Provincia de córdoba, en oportunidad de elaborarse los Lineamientos Curriculares para el Nivel Primario (versión preliminar , 1987, y versión reajustada, 1994).

2 GARCÍA, Antonio. Enfoque realizado desde la asignatura “Teoría de la Educación Física” del Instituto del Profesorado en Educación Física de Córdoba. 1990 hasta la fecha.

3 Cfr.: CAGIGAL, J. M. El Deporte en la Sociedad Actual. Editorial Prensa Española / Magisterio Español. Madrid , 1975.

4 GARCÍA, Antonio. Conceptos sustentados en Escuela Nacional de Entrenadores de Básquetbol / Asignatura “Teoría de la Educación Física” del I.P.E.F. Cba.

5 En el caso estudiado, para comprender mejor la realidad, al concepto de propaganda debería sumársele el de publicidad, estableciendo una clara diferenciación entre ambos.

6 CEPALD – UNESCO. Educación y conocimiento: eje de la transformación productiva con equidad. Santiago de Chile, 1992.